6.3.13

Neverland


Yo tenía la certeza de que Neverland era el paraíso
y que por eso si hacías trampa no te daban tantos tickets.
¡PERO NO!
Neverland es el purgatorio,
el lugar donde los burócratas tienen oficinas ostentosas para albergar sus enormes culos sedentarios.
¿Cómo que no puedo cambiar este montón de buenas acciones?
¿Cómo que ya cerraste la caja?
¿Por qué no me avisaste antes?
Explicame: ¿qué le voy a decir a todos aquellos que me vean volver?
¿Vos sos consciente de que todos van a flipar?

(…)

Estos edificios están tan cerca de Dios,
como del mismísimo diablo.
Cielo e infierno, dos cosas trabajando a la vez.
Lo primero: un trámite, el segundo... la cola que tenés que hacer para conseguirlo.
Me la juego que los enviados del diablo son las viejas de mierda.
Contrarias al Dios Estado, adoradoras de las dictaduras y de hablar con desconocidos...
expliqueme señora, ¿su madre no le dijo que con extraños no se habla? ¿Que eso es pecado?
Los ángeles no son mucho mejor,
son los que están tras la ventanilla del trámite.
Son los que recién te dijeron que no podés canjear ese montón de tickets porque: es tarde, volvé mañana.
Lo peor es que te vas, a esa nada que es tu vida y cuando llegás al otro día
y superas esas señoras tan paquetas como conchudas
descubrís que la porción de cielo que te ganaste con 55 buenas acciones
es un anotador del Sapo Pepe.
Y en ese momento,
en ese preciso instante,
comprendés que, al igual que los burocratas
y los rascacielos,
el cielo es otra mera construcción capitalista