8.5.13

Cereal Killer


Soñé que mamá era una asesina serial y que yo me enteraba gracias a un amigo. Él iba a casa por primera vez y me decía: ¿esa puerta a dónde va? En mi vida había visto que en ese rincón de mi casa, al lado de mi espacio preferido, existía una puerta que llevaba al lugar donde mamá mutilaba y enterraba a sus víctimas.
Hoy saliendo del subte vi como una mujer se posaba 5 segundos frente a una virgencita, se persignaba y seguía su viaje. Un niño se quedaba mirando, obnubilado, los juguetes de la vidriera por un segundo y corría hasta su padre. Una pequeña corría hasta el puesto de flores y se detenía frente a las más coloridas y luego iba caminando hasta tu madre, que estaba parada frente a la vidriera de la librería. Ambas seguían camino.
Todos se detienen frente a eso que les gusta, los atrae y, entonces, me pongo a pensar cuándo fue la última vez que dejé de apretar el acelerador. Recorro caminos molestos de la mente para darme cuenta que el único momento en el que me detengo es este en el que escribo. Como si dibujando palabras recuperara todas las cosas que paso por alto. Como si en esa niña y en esas flores estuviera yo, pero más pequeña, con mi fanatismo por leer el diccionario. Como si saber cómo denominar las cosas me hiciera conocerlas más, cuando bien sé que las cosas se conocen observándolas. Siendo uno con ellas. Mientras, persisto en la tarea inútil de aprender significados, declinaciones y la mar en coche.
Recapacito y nisiquiera me detengo en este momento porque lo escribo apurada mientras hago tiempo para ir a la facultad, para luego salir y tener que entrar al gimnasio y cuando llego a casa debo ordenar el desorden que los felinos, cual hijos de adolescentes, dejaron.
¡Hasta rutina de escritura tengo! Una rutina de palabras entrelazadas para endulzar los oídos de aquellos que escuchan, una rutina para endulzarlos a todos ustedes que ansiosos esperan eso que tanto le gusta: resignar segundos de su vida para que otro les cuente una historia.
No se detengan en este momento, no se detengan frente a alguien que solo hace esto para escuchar sus chasquidos... porque ahí todos los poetas frenamos y nos regalamos ese instante en el que sus dedos chocan porque nosotros endulzamos sus oídos pero ustedes nos endulzan el ego con ese chac chac que se oye a lo lejos. Por favor, no me regalen ese momento de gloria porque lo único que fomentan es que siga viviendo esta vida al palo... por favor, haganmé sentir vulnerable, obliguenmé a frenar un toque, un poquito, no más, para que yo pueda pensar qué estoy haciendo mal. Para que jugar con palabras no sea un simple deber para sentirme importante, para volver a hacer de esto un trabajo de hormiga, para que escribir no sea dibujar letras al azar que no tienen sentido pero suenan bien.
Sinceramente les pido, estimulenmé con el silencio solemne. Ese silencio que hace tu novio cuando le cocinás por primera vez y sabe que la comida es horrible pero no te lo va a decir, simplemente te va a sonreir y decirte: gracias por cocinar, no es necesario que se repita. Silencio de padres frente a un dibujo de los hijos, emocionante seguro pero espantoso también.
Quiero un silencio que me obligue a detenerme y buscar qué mirar, prometo observar hacia todos lados hasta encontrar algo que me haga volver a arrancar.