Salimos del jardín, los miércoles,
los jueves y los viernes son todos iguales. Ocho cuadras de guerra.
Nuestros enemigos son todos. Somos nosotros contra el mundo.
Durante la primera cuadra repasamos las
catorce reglas.
Regla número uno: los niños
pisarán las negras líneas mientras las puras mujeres pisarán las
blancas.
Regla
número dos: los obstáculos serán montañas, las cuales
deberán ser escaladas y una vez en la cima será obligatorio saltar, a la cuenta de tres.
Regla número tres: las baldosas
para ciegos no podrán ser pisadas, esto implicaría la muerte
automática. "Nosotros vemos bien, no necesitamos esas baldosas",
aclara el pequeño.
Regla número catorce... - ¿catorce?
- si, 1, 2, 3, 14.
Regla número catorce: hay que
matarlos a todos...
Estamos por cruzar Corrientes, a esa
altura no tiene líneas blancas: “Naza perdoname, salva tu vida,
dejame sola. Vos todavía sos pequeño y tenés más futuro”. Se
ofusca frente a esa frase y me grita: TODOS TENEMOS EL MISMO FUTURO.
Cada día que pasa es una vida menos en la barra de energía, todos
tenemos la misma barra de energía. No las pierdas por error. No las
pierdas por no saber jugar. Si no hay líneas blancas, usa tus alas.
No comprendo muy bien eso de las alas,
para mi soy un ser ordinario... no soy de metal, no soy alado, no
tengo superpoderes, no vengo del más allá. Soy Clara, una niñera
más de entre todas las niñeras.
Lo logramos, llegamos al departamento,
el va delante de mí porque “yo te quiero mucho y no quiero que te
pase nada, tengo que cuidarte”.
Subimos las escaleras, nos
encontramos con Muñón, la gata de Nazareno, me la presenta: "ella es
Muñón. Se llama así debido a que le falta una patita... ¿ves? (me
muestra su extremidad mutilada) pero eso no importa, porque es feliz
igual. No tiene que importar si a alguien le falta algo lo que
importa es ser feliz con lo que se tiene".
Es la tercera vez que nos vemos y lo
único que hace es tirarme máximas de este tipo, creo que me
encontró en el momento indicado en mi vida. Estoy en una de esas
etapas donde hay dos opciones: todo se va al carajo o todo se va al
re carajo. Sinceramente ya pasé muchas veces por esta etapa y
siempre terminé yéndome al re carajo, esta vez no quiero que sea
así. Esta vez no será así.
Merendamos mientras miramos Hora de
Aventura, un programa sobre un niño y un perro (su amigo, no “su
perro”) que viven en un mundo de fantasías, donde todas las niñas
son princesas y la violencia, cuando deja de ser divertida o “para
jugar” ya no se debe practicar. Pasan las horas y nosotros jugamos
al monstruo de las cosquillas, al doctor con herramientas... llega la
madre, llega el momento de la despedida.
Me abraza, me deja sin aire y dice:
este fue un abrazo asfixiante, se acabó tu día, se te acabó una
vida.
Yo siento que gané muchas más.
Yo siento que gané muchas más.