2.6.14

Dinosaurios

1.
Me gustan los dinosaurios, porque gusta todo lo que está muerto:
los noventa,
mi viejo,
mis amigos,
todas las mascotas que tuve en un tamagochi,
todas las mascotas que tuve en la vida real,
mi pez dorado que se suicidó
mis amigos que fueron peces dorados.
Y no es un vivir en retrospectiva, es más bien un: apreciartodoloquealgunavezestuvo-acá. Haciéndose presente.
Es comprender que el mundo gira siempre sobre su mismo eje, que constantemente estamos caminando sobre nuestros pasos. Yo ya estuve acá antes, intentando decir palabras que todavía no encuentro,
intentando darle un significado a todo esto que vivo,
intentando darme un significado.
Y vos ya estuviste allá, esperando que te diga algo nuevo,
pero todavía no puedo y no es que no lo intente,
vos me ves
mes a mes
girando sobre mi mismo eje.
Quizás nunca evolucione y simplemente termine ahogada en todo el polvo que dejó el meteorito.
Pero hay algo que me impulsa,
algo que me obliga a seguir tecleando.
Mis dedos se desgastan,
pero mi lengua todavía busca las palabras,
en mi cebrero hay un centenar de obreros, leyendo todos los diccionarios
aprendiendo cada idioma.
Buscando eso que quiero explicar.


2.
Cada tanto amanezco detestando lo que soy,
detestando haber nacido en este cuerpo.
Quisiera haber nacido pájaro y poder decir: yo vengo de un dinosaurio.
Pero no, nosotros no aprendimos a volar, aprendimos a escondernos para zafar.
Pero podría haber nacido paloma, y eso es peor que cualquier rata de alcantarilla.
A veces amanezco siendo un poco paloma, llevándome el mundo por delante. Adueñándome de los espacios personales de cada uno. Cada tanto amanezco irrespetuosa,
detestando lo que soy.
Detestando haber nacido con alas que me hacen volar tan alto,
a veces me gustaría estar un poco más acá. Conectada con lo que es de verdad.
Quisiera haber nacido menos soñadora.
Pero por suerte, esos días son los menos.
Cada tanto amanezco no sabiendo quién soy
y esos días son los más.
Por las mañanas un poco pájaro, levantando vuelo.
Por las tardes, dándome la cabeza contra el cielorraso.
Por las noches, escondiéndome entre las sábanas.
En los sueños: mañanas, tardes y noches enteras de ser un pájaro.
De ser una cabeza contra el cielorraso,
de ser un rodeor buscando su escondite.

3.
Amo los dinosaurios como amo todo lo que no puedo tocar, como amo todas aquellas cosas que se fueron fosilizando. Que hoy son combustible:
los noventa,
mi viejo,
mis amigos,
todas las mascotas que tuve en un tamagochi,
todas las mascotas que tuve en la vida real,
mi pez dorado que se suicidó
mis amigos que fueron peces dorados.
Y quizás sea vivir en retrospectiva, pero me gusta todo aquello que alguna vez se me fosilizó y hoy me hace seguir. Porque sino, no estaría acá. Porque por eso, estoy acá.