2.6.14

SLM GG

Al guachito le faltaban unos dientes, pero le sobraba convicción. Lo agarró del brazo y le gritó: te juro por San la Muerte y el Gauchito Gil de Corrientes: SI CRUZÁS AHORA TE VAN A MATAR. PIBE, BANCÁ.
Corrientes y 9 de Julio. Semáforo en verde para Corrientes, las probabilidades de morir eran altas, posta.
“Guacho soltame, dejame que la busque” y el otro no paraba de repetir: te va a caer la furia de la calle loco, bancá no la corras ahora. Pelearon un toque, cuando el semáforo se puso en rojo el guacho sabio soltó al pibe y este le preguntó: para qué me dijiste todo esto?
Corta la bocha: si te soltaba ibas a salir corriendo, ni el miedo de los santos te paró. Esa mina te iba a matar, otra vez. El pibito se re calentó: no ves que ahora tengo que correr más fuerte? No ves que ella es lo que hace que me mueva? Guacho, yo por ella dejo lo que sea. La vida en Corrientes si es necesario. Yo quiero pedirle matrimonio y que se de cuenta que lo mío va serio.
Momento dramático, el sin dientes comienza a brillar (creo que se eleva un toque del suelo). Yo no puedo dejar de mirarlos, nadie puede dejar de mirarlos. Se formó un círculo a su alrededor: Pibe, el título no le da seriedad al asunto, el amor no es un papel firmado y un nombre. El sentimiento, la confianza y la complicidad son el amor. Ella te quiere? O quiere que la gente los vea quererse? El querer es algo íntimo,  pibe.
GUACHO LA CONCHA DE TU MADRE, gritamos varios de los espectadores. GUACHO, POR QUÉ YO TAMBIÉN TENGO QUE COMERME EL GARRÓN?!
Pausa.
Nos quedamos espectantes, como esperando que de su boca salga algo. Como queriendo hacer desaparecer sus últimas palabras. Pero no, ya lo había dicho todo.
Pla, nos iluminamos. El pibe se ilumina, grita que la ama. Todos gritamos el nombre de alguien, las viejas lloran, los perros ladran (porque eso es lo que los perros hacen). Porque en los momentos epifánicos de la vida todos nos volvemos un poco basales y solamente hacemos lo que nacimos para hacer. Lloramos, gritamos, nos lamentamos. Salimos corriendo tras alguien sin darnos cuenta de que ese está corriendo lejos de nosotros. Sin darnos cuenta que ya pasaron como tres semáforos, que se pudo haber subido a cualquier bondi. Quizás tenía algo de guita y se tomó un taxi o se escondió en la boca del subte más cercana o alguna otra boca que encontró mientras escapaba.
Y el guacho vuelve a avisarle al pibe, pero nos interpela a todos. Nos habla a cada uno de nosotros, con nombre y apellido. Con ojos y corazón: vos correla si querés, pero yo te lo juro por San la Muerte y el Gauchito Gil de Corrientes.
Y se acaba ese momento, se rompe el círculo. El pibito sale corriendo tras ese culito perfecto, tras esa sonrisa chueca, tras toda esa ropa flúo. Se guía por el instinto, por el olor. Ya no puede verla a lo lejos, pero se deja llevar por algo más. Y yo de golpe estoy en Chaco; en Resistencia. Caminando por “la Sarmiento”, sudando la gota gorda y veo un cartel inmenso agradeciéndole al Gauchito Gil por todo. El cartel está mal escrito y cada vez que paso tengo que quedarme mirándolo. Porque el cartel está mal escrito y porque si no freno un toque el calor me mata. Pero ahí está el error, uno piensa que tiene que parar porque todo lo está agobiando, pero realmente sentís todo el peso cuando dejás de moverte. Entonces sigo camino. El semáforo está a mi favor y los santos también.